Actualizado el 12 diciembre 2022 por Vero Boned
Yo creía que estaría como Mowgli en el Libro de la Selva: en plena naturaleza, viéndome obligada a cortar ramas para abrirme paso hasta un sitio apropiado donde hacer mis necesidades fisiológicas o trepándo a los árboles y probar el dulce néctar del coco para aliviar la sed («lo más esencial, lo más vital» diría Baloo). Pero en mis tres largos días a bordo del barco carguero me informé sobre qué ver en Iquitos y descubrí que es la sexta ciudad más poblada de Perú con casi ¡medio millón de habitantes!
Pescadores en el río Amazonas – Iquitos.
Guardé mi navaja, brújula, cantimplora y linterna al fondo de la mochila y dejé a mano el monedero con las tarjetas de crédito, el móvil y las chanclas.
Estaba llegando a una mega urbe, que había sido protagonista de la fiebre del caucho (1886-1914), actualmente abarrotada de edificios de estilo europeo, con museos etnográficos e históricos, universidades y legados de la época colonial. Esta vez tampoco me encontraría con tarzán balanceándose en una liana… qué pena.
Tuve la suerte que las primeras noches me invitaron a alojarme en el hotel Emperador Terraza, a tan sólo un par de calles de la céntrica Plaza de Armas. El administrador, Edwin, conocía la ciudad mejor que la palma de su mano, tenía más información que iPeru y conocía todas las curiosidades y secretos de la zona.
Gracias a él me enteré, por ejemplo, que el artista encargado de realizar los grabados del «obelisco de héroes» ubicado en la Plaza de Armas y dedicado a los caídos en la Guerra del Pacífico (conflicto armado entre Chile, Perú y Bolivia) confundió «Chile» con «China» y hasta el día de hoy los relieves muestran a hombres orientales con sus ojos rasgados y vestimenta típica luchar contra los peruanos.
💡 VIAJA TRANQUILA y ASEGURADA A PERÚ con un 5% de DESCUENTO
¡Es imprescindible que tengas un seguro cuando viajes por el mundo! Desde hace años yo viajo con la compañía IATI porque ofrece las mejores coberturas en viaje y anulación… ¡a precios muy económicos!
También me comentó que el gobierno provincial del departamento de Loreto, del que Iquitos es capital, estaba organizando unos tours para conocer las inmediaciones de la ciudad casi a coste cero; o que el edificio de hierro –Casa de Fierro– en la plaza central había sido diseñado por el mismísimo Gustave Eiffel y que antes de ser construido en Iquitos había estado ubicado en las elegantes calles parisinas.
Malecón Palace – s.XIX – Art Nouveau con rejas y balcones traídos de Hamburgo, mármoles de Italia y mosaicos de Sevilla
Aunque sumida en plena selva amazónica, Iquitos goza de todas las comodidades -e incomodidades- de una gran ciudad: bibliotecas, cine, restaurantes, bancos, centros comerciales, alojamientos, discotecas, iglesias, policía, oficina de correo, tráfico, ritmo agitado, creciente polución…
Todo esto ayuda a que una sienta que no está en medio de la gran selva del planeta, excepto por la alta tasa de humedad que hace que se encrespe el pelo como si fuera la melena del rey león después de una dura batalla cuerpo-a-cuerpo con un elefante.
Barco navegando el río Amazonas en Iquitos, Perú
«Pero si lo que de verdad quieres es cruzarte con animales en estado salvaje como osos perezosos, monos de todas las razas, aves varias, delfines… así como tábanos y mosquitos del tamaño de un cartucho de una AK47, deberás alejarte de la ciudad varios cientos de kilómetros y adentrarte, por ejemplo, en la Reserva Pacaya Samiria, ACRC Tamshiyacu Tahuayo o aún más allá (dependiendo del tiempo y dinero que dispongas)», me aseguró Edwin.
Uno de los efectos negativos del exponencial crecimiento de Iquitos ha sido que los pobres animalitos han visto su hábitat invadido y se han alejado mucho de estas latitudes. Por eso los tours que te ofrecen los cientos de «atrapa-turistas» en la calle y plazas a precios de «ganga» son, en realidad, los mismos paseos que tú puedes realizar sola a muy bajo coste a orillas del Amazonas visitando solo centros de rescate, por lo que los animales no están en libertad (Isla de los monos, Barrio Florido y Fundo Don Pedrito, Mirador Independencia, Padrecocha, Mariposarios, etc.). Ya escribiré más sobre la mejor manera de adentrarte en las tripas de la selva y que no te timen en el intento.
Mono en centro de rescate Pilpintuwasi
El centro histórico de la «isla amazónica», como también ha sido bautizada por no tener conexión terrestre al resto de ciudades -por lo que sólo es accesible vía aérea o marítima-, es muy pintoresco y es un lugar ideal para hacer «campamento base» para descansar unos días y combinarlo con paseos de día a las inmediaciones.
Podrás recorrer y visitar centros de rescate de fauna y se pueden ver los animalitos en cautiverio (mariposas, jaguares, tigrillos, monos, guacamayos, pirañas, etc.); miradores, encuentro de aguas, y varios puntos de interés relacionados con la rica biodiversidad de la zona.
Tigrillo en el centro de rescate Pilpintuwasi en Iquitos, Perú
Una de las visitas dentro de la ciudad que me aterraba a la vez que me causaba curiosidad era el mercado de Belén, en el barrio homónimo.
Ubicado en el sur de la ciudad, a orillas del río Itaya, este barrio se ganó el nombre de «la Venecia Amazónica» (salvando las diferencias!) por sus casas palafito (sobre pilares en el río) a la par que se forjó el título de la zona más peligrosa de la ciudad.
El barrio está compuesto por el Alto Belén (construido sobre la Loma de Vizcarra) y el Bajo Belén (a orillas del río) y es conocido entre los viajeros por su gran mercado.
Yo fui para husmear los puestecitos del «Pasaje Paquito» que es más conocido como la «botica de la selva» por todos los productos naturales que ofrece para curar desde una simple tos o un resfrío hasta aumentar la libido y la potencia sexual o proveer de los elementos básicos para una sesión de ayahuasca (de esto hablaré luego).
Calles del barrio de Belén en Iquitos
El mercado es una gran sucesión de claustrofóbicos (para mí, obvio) pasajes y calles estrellas abarrotadas de tiendas de miembros de hasta 150 comunidades de la zona. Allí se vende de todo: desde carne de mono (si, ¡carne de mono! -¡HORROR!-), frutas, verduras y especias hasta calzado o souvenirs para el turista.
Cuanto más avanzas y te adentras por ese laberinto de puestecitos, más agudo es el hedor y más sucias están las callejuelas lo que obliga a ir saltando charcos, pedazos de carne, cajas, bolsas o basura esparcida por el suelo mientras esquivas el continuo vaivén de personas que callejean en busca de ofertas.
Mercado de Belén – Pasaje Paquito en Iquitos, Perú
Cuando quise bajar a la zona de casas flotantes, los locales me recomendaron que no fuera. «Si bajas quizá no regreses, o regreses sin tus pertenencias. Sólo podrías recorrer la zona con un guía local y estar muy atenta». Las personas alrededor de quien espontáneamente me dio el consejo asintieron con la cabeza.
Repasé mentalmente lo que tenía en mi mochila: cámara de fotos, monedero, mi móvil, las llaves de mi habitación -ahora estaba hospedada en el Hostel Flying Dog-, una botella de agua y un paquete de galletitas. Hm, quizá no era una buena idea, con o sin guía. Agradecí su recomendación, me di media vuelta y seguí recorriendo el gran mercado.
Picando tabaco en el Mercado de Belén – Iquitos
Me paré a mirar los precios en un puesto que vendía calzado ya que estaba buscando botas de lluvia para mi excursión al corazón amazónico. Sisa, la joven dueña del local, rápidamente se acercó a mi y me ofreció un ultra-inflado precio por las botas.
La negociación devino en un interesante intercambio cultural. Ella me quería cobrar de más (40 soles). Yo me negaba a pagar más allá de lo que me habían aconsejado en el hotel (15-18 soles).
Allí mismo le pregunté por qué a los «gringos», como llaman a cualquier extranjero de tez blanca, nos querían cobrar siempre un 50%, 60% o incluso 100% más.
Le expliqué que no todos los que viajamos lo hacemos con los bolsillos a reventar de billetes y que, a veces, simplemente nos buscamos la vida para conocer el mundo con unas pocas monedas y/o financiando los viajes trabajando en el camino.
Sisa se quedó perpleja ante esta «revelación» y me dijo que «ellos» (toda su comunidad) daban por sentado que si viajábamos era porque éramos RICOS. Usó esa palabra. Su compañera de tienda, Luz, se unió a la conversación que para ese entonces ya se había trasladado a un banco de madera sin pulir a pocos pasos frente a su puesto.
Allí sentadas las tres, comenzó el interrogatorio: de dónde soy, cuál es mi nombre, mi estado civil, mi edad, ¿tienes hijos?, por qué viajo, de qué trabajo, qué estudié, dónde vivo, cómo viajo, ¿dónde está España?, ¿Perú está en Sudamérica? ¿y Argentina?. ¿Dónde está Asia?, ¿en España es verano cuando allí es invierno? Su sed de conocimiento iba más allá de mi, querían saber todo lo que ocurría fuera de su…. ¡barrio!
Resulta que tanto Sisa como Luz nunca habían salido de Belén, ni siquiera habían recorrido las 20 cuadras que las distanciaban de, por ejemplo, la plaza central de Iquitos. Las incesantes preguntas se extendieron durante casi una hora.
Con un tono lleno de agradecimiento y humildad me contaron que nunca un extranjero se había detenido a hablar con ellas y que habían notado algo en mi que les dio la confianza para hablar conmigo.
Fue allí cuando decidieron, en un rápido intercambio de miradas, contarme su versión de la realidad y de los extranjeros que me dejó pasmada -no tanto por la novedad, sino porque eran las segundas personas que me contaban lo mismo, confirmando así que lo que me contó Carmen en el barco era cierto.
Avergonzadas por lo que hasta entonces habían creído y asumido como verdad absoluta me confesaron que circulaba una «leyenda urbana» que se había tornado una verdad casi irrefutable y era que los extranjeros éramos malos, ladrones y asesinos.
Se rumoreaba que los «gringos» íbamos a Perú a «robarle los órganos» a los locales para venderlos luego en el mercado negro de nuestros países. Luz, escandalizada, me contó que una vez encontraron en la selva a un nativo sin piel, y que se creía que había sido un gringo que se la había quitado para venderla.
Puesto callejero en Nanay
También me contaron que hubo casos de nativos que despertaron sin un riñón y que ellos juraban y perjuraban que habían sido los extranjeros quienes habían llevado a cabo esa atrocidad. Sisa me dijo que ellos nos tenían miedo.
Que incluso había películas «basadas en hechos reales» -«y que pasaban siempre por la televisión», añadió Luz- de casos en que los extranjeros maltrataban, robaban y mataban a los peruanos. Mi cara de estupor las avergonzó.
De repente ellas veían en mi una versión de «extranjera» totalmente diferente a la que tenían en mente, una explicación de cómo algunas personas viajan con poco dinero -y que ellas nunca hubieran imaginado- y un descubrimiento sobre la geografía global que nunca nadie se tomó la molestia de explicar.
Ojalá me hubiera podido quedar allí varias horas más, pero yo había quedado con una gente que había conocido en el barco para ir al mirador independencia y al puerto de Nanay. Nos despedimos con un fuerte abrazo y dos besos.
Las 20 calles que caminé hasta la Plaza de Armas me parecieron cortísimas sumergida en mis pensamientos y estancada en la imagen distorsionada que ellos se habían forjado de los viajeros/extranjeros. Me preguntaba quién fomentaría esa visión y por qué en vez de invertir en películas que estigmaticen «al otro» no generaban material que nos acercara y enseñara todo lo que nos une y nos asemeja.
Estaba horrorizada ante la idea de que todas esas personas que ahora me rodeaban tenían en mente una cosa cuando me veían caminar hacia sus tiendas o bares: «asesina de nativos». Tenía ganas de pararme a hablar con todos y cada uno de ellos y darles la oportunidad de que conocieran «al otro» y poder yo, al mismo tiempo, conocerlos a ellos.
Niñas en gasolinera acuática sobre el Río Nanay – Iquitos
En Iquitos no me encontré con Tarzán. Una pena. Pero me encontré con el mismo aislamiento social y cultural que éste sufrió durante sus primeros años de vida.
Me topé con una escalofriante leyenda urbana en la que «el malo» no era el «hombre del saco», «el cuco», «las cámaras de sorpresa-sorpresa y la mermelada, el perro y Ricky Martin» o «la mujer de la carretera»… la mala de esta leyenda urbana era «YO», éramos todos los viajeros.
Comunidad nativa Independencia – Iquitos
Más allá del shock que me causó reconfirmar esta visión que ellos tenían de nosotros, me alegré de haber tenido la oportunidad de charlar con Sisa, Luz, Carmen y tantas otras personas a lo largo del viaje para intercambiar visiones y poco a poco, paso a paso, ayudar a derribar mitos y estereotipos y acercarnos todos un poco más.
Autobús en las calles de Iquitos, Perú
💡 Organiza tu viaje a IQUITOS por libre con estas ofertas y descuentos
✈️ Encuentra el vuelo más barato a Iquitos en Skyscanner.
🏨 Reserva aquí el hotel que más te guste y al mejor precio en Iquitos.
⛑ Contrata aquí tu seguro de viaje con un 5% de DESCUENTO.
🔰 Descubre aquí todas las visitas guiadas y excursiones que se pueden hacer en Iquitos.
💰 Cambia dinero al mejor precio -y con DESCUENTO- aquí. ¡Es online y te lo llevan a tu casa! Si quieres saber más, te lo explico paso a paso en este post.
💳 ¿Cuáles son las mejores tarjetas para viajar? Aquí hago una comparativa de las tarjetas GRATUITAS y sin comisiones. Elige la que mejor te convenga.
“Ten en cuenta que al menos uno de los enlaces en este artículo es de afiliación. ¿Qué significa eso? Significa que si realizas la compra de un producto aquí listado siguiendo ese enlace yo recibiré una pequeña comisión. Pero tranqui, que el uso de ese enlace no significa que a ti te cobrarán más, sólo me estarás ayudando a seguir viaje y a cumplir mi sueño de vivir de lo que me apasiona”.
3 comentarios
Hola Vero. Interesante la reflexion que haces sobre tu conversacioncon los locales de Belen. Este tipo de interacciones brindan beneficios mutuos y son uno de los grandes motivos para viajar. Yo estuve en Iquitos hace 2 años, pero no tuve tiempo para conocer tanto ni para viajar a la selva profunda. Tu post me ha hecho recordar que debo volver.
Hola!!
Llevo un tiempo siguiéndote por las redes y en un futuro me gustaría seguir tus pasos también! jejeje
Mi sueño es viajar, viajar y viajar…de la forma más económica posible. Por el momento soy au pair en Irlanda, intento escribir mis aventuras aquí también «volandoconmispropiasalas» (formando mi independencia y mente aventurera para viajar sola sin problemas jejeje) y bueno…mi sueño es ver américa latina, ver el amazonas!! así que aquí tienes a una fan nº1 🙂 Leer tus aventuras me están dando más ánimos para hacerlo!
Las leyendas que han dicho y lo que les enseñan… es un poco triste, supongo que es lo que les ha quedado de la colonización…
1 besete!!
Hola, Yara! Muchas gracias por pasarte por mi web y por tus palabras! La verdad es que toda la región de Sudamérica es increíblemente bonita, con una gran diversidad natural y cultural! Te animo a que la recorras y disfrutes de todo lo que ofrece! Estoy ya trabajando en las guías de viaje… por lo que en breves podrás, además, encontrar en mi web toda la información práctica para que te resulte más sencillo armar el itinerario 😉 Un saludo!!