Actualizado el 15 agosto 2021 por Vero Boned
Para mi nunca fue un problema el acudir a un restaurante o bar y comer sola o tomarme un café sin más compañía que mis pensamientos pero, para mi sorpresa, es un asunto serio –o todo un reto- para muchas personas.
“¿No te sientes mal por comer sola?”, “¿no te das pena a ti misma comiendo solita?”, “me da un poco de vergüenza sentarme a una mesa y comer en soledad” La verdad, nunca me lo había planteado. Como ya me han llegado varios comentarios de mujeres –y hombres- con este tema, he decidido escribir este artículo con algunos consejos para ayudaros a comer a solas y que no os sintáis marginadas sociales.
Sin lugar a dudas el humano es un ser social y una de las prácticas que más ayudan a la cohesión con nuestros pares es la comida. Esto no es nuevo, viene de los orígenes del ser humano, cuando hombres y mujeres se juntaban alrededor del fuego y allí se forjaban las conexiones sociales y se creaban fuertes vínculos. Consciente o inconscientemente sentimos que debemos comer “con alguien”.
A lo largo de la historia y hasta nuestros días los grandes acontecimientos no se conciben sin comida como por ejemplo celebrar la unión matrimonial, un nacimiento, un cumpleaños, un éxito personal o profesional, un aniversario… También nos reunimos en grandes banquetes para consolar la tristeza por ejemplo tras la pérdida de un ser querido o cuando atravesamos épocas convulsas.
Desde que nacemos el acto de alimentarnos lo hacemos con otras personas, léase: la madre que le da de comer a su hijo. Esta “sociabilidad del comer” se mantiene a lo largo de la vida: las comidas en familia y más tarde con amigos, pareja y colegas de estudios o trabajo.
Es por ello que cuando viajamos en solitario podamos llegar a tener una sensación de incomodidad y desasosiego ante la mera idea de sentarnos a la mesa solas y comer sin más compañía que una misma (que en realidad ya debería bastar, si te caes bien a ti misma como diría Mr. Hicks).
El rol social de la comida es indiscutible, por eso entiendo que genere cierta angustia imaginarse sola comiendo en un restaurante. Pero hay decenas de trucos para paliar esta sensación angustiosa.
Antes de lanzarme de lleno a estos consejos quisiera insistir en que cuando una viaja sola por lo general conoce mucha gente en el camino con quienes compartir caminatas, salidas, excursiones… ¡y comidas! Así que no te preocupes tanto, pero si es este aspecto del viaje el que más te echa para atrás, te contaré qué hago yo cuando estoy sola en un bar o restaurante.
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CONTENIDO
🔶 COMER CONTIGO MISMA
Aquí te daré todos los consejos que tengo basados en mi propia experiencia. Espero que te sirvan.
1⃣ NIVEL PRIMERIZA
En este nivel es cuando sientes que necesitas estar “haciendo algo más” además de comer, para no sentirte miserable en la mesa:
1. Llévate como compañía un libro. Estarás entretenida leyendo, metida completamente en la trama de la historia y esos personajes puede que sean los mejores compañeros de comida que hayas tenido.
2. Abrazos y saludos 2.0. Aprovecha ese parón que haces de tu recorrido por la ciudad para actualizar las redes sociales, escribirle un whatsapp a tu familia y amigos para decirles que estás bien, que lo estás pasando de lujo y darles abrazos y mimos virtuales a todas aquellas personas que quieres.
También puedes compartir fotos con ellos o “cotillear” el Facebook para ver en qué andan tus amigos y familiares. Lo puedes hacer desde tu móvil o desde un ordenador. –Comer con el móvil en la mano es ya todo un clásico!-. Incluso, si el restaurante o bar tiene wifi puedes hacer una sesión de skype!
3. Música para tus oídos. Literal. Desconecta de tu entorno para zambullirte en tu álbum favorito y disfruta de tu comida con los acordes de las bandas que más te gustan y más disfrutas.
4. Actualidad y cotilleos para comer. Puedes acompañar tu comida con la lectura de periódicos o revistas. Que Brad Pitt y Angelina Jolie adopten otro querubín o que fulana de tal está embarazada, que el IBEX bajó 4 décimas o el Atleti entrena con más ahinco que nunca pueden hacer de tu comida un rato ameno.
5. Escribir y/o dibujar. Llévate un cuaderno y escribe o dibuja lo que sientes, lo que te ha pasado en el día o una carta para alguien querido. ¡Yo suelo aprovechar mis comidas a solas para escribir postales! Conocí a una chica inglesa que viajaba con sus pinturas y aprovechaba cada comida para dar rienda suelta a su imaginación en un equeño sketchbook!
2⃣ NIVEL AVANZADO
En este nivel ya te sientes un poco más cómoda viajando y comiendo sola, pero simplemente no quieres aburrirte:
1. Disfruta de cada bocado de tu comida. Digiere no sólo el alimento sino todo lo que has vivido ese día. Disecciona cada sensación, emoción que te generó cada sitio visitado.
2. Contempla tu entorno. Aprovecha que estás quieta para ver cómo es el ritmo de la ciudad. A mi me encantan las terrazas y mirar a la gente en su cotideaneidad por las calles de la que para mi es una ciudad extraña. Se aprende más de una ciudad observando a su gente que recorriendo edificios, museos y otras atracciones “turísticas”.
3. Contempla las vistas. Si estás en algún restaurante o bar con vistas a paisajes memorables, no desperdicies al oportunidad para bajar los decibeles y simplemente observar. Mirar paisajes trae paz mental, baja el ritmo cardíaco y relaja.
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6 comentarios
Y…es la primera vez…en un pequeño pueblo…..pero me atreví..
¡Que hablen!¡No hago nada malo!¡Disfrutar sola!….¡Puedo y me gusta!…..¡Gracias Dios por atreverme!…Y sabes qué….tengo 62 años
Qué bien, Mónica! Me alegro un montón. Hay muchas mujeres, de diferentes edades y con diferentes circunstancias, que se han lanzado a viajar y a disfrutar de la vida. Me alegro por ti. Un abrazo inmenso y que sigas viviendo experiencias increíbles por el mundo.
Como me gusta saber que no soy la única loca que ama comer sola.
Me encanta sentarme en un bar y ver la gente pasar, imaginarme historias sobre sus vidas y soñar un poco despierta con los próximos viajes.
Cuando me canso siempre llevo en mi cartera un libro o una revista de crucigramas. Eso evita el aburrimiento.
Sin ir más lejos el otro día fui a hacer un trámite para mis padres que implicó una espera de 4 hs (la bendita burocracia argentina) y debo de haber sido la única que no se quejaba. Cuando me llegó el turno resentí no haber podido terminar el capítulo.
Gracias por tu blog. Me encanta leerte
Besos
Jajaja somos muchas ya las que le hemos encontrado el gusto a comer solas! A mi también me encanta! Gracias por pasarte por aquí y contarnos tu experiencia!!! Un beso!
¡Pues a mí me encanta comer sola! Siempre me ha gustado y no sólo ahora que ya soy una señora «mayor» (sic), jaja. Si bien tengo tiempo en casa para prepararme mis almuerzos, he tomado la costumbre de ir una o dos veces por semana a almorzar a un restaurante precioso de mi barrio unos menúes riquísimos, abundantes y baratos! O sea que hasta que termine tengo un buen rato observando, anotando cosas en mi agenda, leyendo… pero sobre todo viendo pasar a la gente y también la que está en el local (porque se llena!). Me encanta ya haberme convertido en una parroquiana. Y cuando viajo, comer o tomarme un cafecito sola es lo más! Incluso en Marruecos, donde era la única mujer en un café donde hasta el mozo (camarero) bromeó conmigo con que le había dicho a la cajera que yo «era su novia», je, y así tengo muchas anécdotas. En unos meses me espera un viaje de 45 días por India, así que vengan los «Talis of a lonely woman». 🙂
Gracias por tu aporte, Cristina! Me encanta saber de otras mujeres que disfrutan comiendo solas también!!! Y que disfrutes mucho de esos Talis!!! 🙂 Un fuerte abrazo!